martes, 17 de mayo de 2016

#30 Relato de una isla desconocida

Escribe un relato sobre cómo sobrevivir en una isla desierta.

Erase una vez un chico que decidió zarpar con su bote rumbo a alta mar. No pretendía encontrar tesoros enterrados en islas perdidas, ni tampoco ser él el que los enterrara. Su único deseo era sentirse libre, cabalgando las olas en su pequeño velero.
Pero un día una tormenta le atacó, causando la destrucción de su embarcación, y lanzándolo al agua sin remedio. Utilizó todos sus conocimientos de natación para salir a flote, a pesar de la turbulencia de las olas, y consiguió aferrarse a un trozo de lo que hasta ese momento había sido su casa. Y cogido a aquel pedazo de madera sobrevivió, y siguió vagando hasta llegar a tierra firme.
El joven se dedicó a investigar la isla, se pasó todo lo que quedaba de día dando vueltas en busca de signos de civilización. Como no encontró nada, al menos llenó su camiseta con bayas y fruta, que se comió en el borde de la jungla, sobre una gran roca. No había visto a ningún animal peligroso, pero por si acaso se dirigió a una pequeña cueva que había encontrado en su búsqueda, y durmió allí, tapado por unas largas hojas de palmeras que había cogido por el camino.
Se levantó nada más salir el sol, a pesar de lo cansado que estaba, y se dirigió al otro lado de la montaña, donde no había podido investigar demasiado, ya que había empezado a oscurecer cuando iba hacia allí. Dio una vuelta larga, y cuando creía que obtendría el mismo resultado que el día anterior, encontró un agujero en el suelo, donde no había nada mas que huesos. Miró frenético a su alrededor, en busca del culpable de aquella matanza, pero no vio nada. Desde el borde parecían huesos humanos, y muchos de ellos tenían marcas de dentelladas. Se alejó corriendo de allí, y se aseguró de no volver.
En su carrera llegó hasta la playa, en el punto en el que el mar lo había escupido, y se sentó, sin saber qué hacer. De pronto algo estalló dentro de él. El miedo que había sentido hasta ese momento desapareció, y en su lugar se instaló una determinación: tenía que acabar con aquella bestia. Agarró el trozo de madera que había usado como salvavidas y fue con paso decidido hacia la zona donde había encontrado los restos humanos.
-No.
¿Cómo?
-No pienso ir a ese lugar, sabes mejor que yo que no tengo alternativa, ese animal me va a matar como a todos los demás, no pienso ir.
Soy tu narrador, vas a hacer exactamente lo que yo te diga, sino te devuelvo al mar ahora mismo y a ver cuánto sobrevives sin ni ayuda.
-Eres un asqueroso manipulador, te dedicas a obligar a la gente a acatar tus órdenes, sin tener en cuenta sus sentimientos. Ahora mismo voy a contactar con el Sindicato de Personajes Ficticios, no estas respetando mis derechos.
¿Tus derechos? ¡No eres nadie! Yo te he creado para que vayas a matar a la bestia, si no te ves capaz puedo deshacerme de ti tan rápido como te he creado. Y no tienes sentimientos, ni siquiera tenías vida hasta hace unos párrafos. Te he creado específicamente para este relato. Ahora calla y mata al animal.
-Me niego. ¿Por qué has tenido que crear éste escenario? ¿No hubiera sido mejor mandarme a matar un mosquito en una playa caribeña con una copa en la mano o algo por el estilo?
Mira, el reto dice que tienes que sobrevivir en una isla desierta, yo no creo las reglas. Y no sé por qué te estoy dando explicaciones, haz lo que te digo. Ya.
El muchacho se sienta en el suelo, mirando al infinito, resignado a no moverse del sitio.
Pues tú lo has querido.
De entre los arboles, sigilosamente, surgió un tigre. Se fue acercando lentamente hacia el chico, pero este no se dio cuenta hasta que era demasiado tarde. Llevó sus restos con los demás, todos personajes que se habían negado a aceptar su destino. ¿Qué les pasaba últimamente a sus creaciones? Eran demasiado conscientes de su situación, quizá quitándoles trasfondo ( y mira que el último tenía poco) dejarían de cuestionarse cosas. Hacerse preguntas nunca ha sido bueno.
A la playa llegó otro muchacho, que en seguida se dirigió a la isla y se puso a investigar.
Espero que esta vez salga bien, por una vez que tengo una idea...

Guillermo Domínguez

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